martes, 1 de noviembre de 2016

LOS BENDITOS RITUALES

Primero miremos en el diccionario el significado de "Ritual" : Estar impuesto por la costumbre. Después cerremos el diccionario, seguidamente los ojos y pensemos "Pues yo diría que mis peques tienen otro concepto del mismo...".
Cuando estás en mitad del embarazo y empiezas a hacer miles de planes e imaginar cómo vas a educar a tus hijos y cómo vas a "adoctrinarlos" cuando éstos ya tengan una edad suficientemente avanzada como para creer que te van a entender y van a aprender... Ese momento en el que todo te parece fácil y en el que tus creencias están sumamente bien programadas. Cuando ves a una pareja de papis recién sacados del horno y piensas "Yo no dejaré gritar a MI bebé. Yo no voy a dejar que MI bebé se salga con la suya. Yo...MI bebé".
Pero como bien se dice, una cosa es la teoría y otra muy diferente, la práctica.

Y ahí estás tú, frente al pediatra, con ojeras de oso panda y mirada perdida en el horizonte de pañales, cuando con voz vaporosa, como no queriendo molestar demasiado, preguntas "A partir de qué mes puedo empezar a implantar costumbres y rituales en el día a día de mis Fetus?". Te quedas estupefacta cuando el pediatra, sin ni siquiera esbozar una sonrisa contesta "Cuando los bebés cumplen los tres meses, empiezan a asimilar y cotejar grandes cantidades de información. Es entonces cuando se puede empezar a imponer una rutina".
Los famosos 3 meses. Esos que todos los que han sido padres nombran como mágicos "a partir de los 3 meses todo es diferente o superados los 3 meses se acabará este mal o el otro". Para ser sincera, me hice muchas ilusiones. Por fin! A partir de octubre todo irá a mejor. Los dolores de barriguita, fuera! La siesta de tal hora a tal hora, planeada!. Los paseos sin llantos ni sollozos, fuera!.

Me hice un croquis mental unos días antes de su cumple meses. Se levantarían entre las 8 y media y las 9. Tomarían el biberón desayuno. Saldríamos a pasear entre las 11 y las 12, estando un mínimo de una hora de caminata. Después segundo bibe y juegos varios hasta las 13h donde empezarían una siestecita poco más o menos de 2 horas. Si, lo tenía clarísimo. Estaba todo planeado. Mi vida iba a cambiar. Lo tendría todo bajo control... Qué equivocada estaba!
Los enanos se levantaban cuando les daba la gana, unos días antes, otros días mucho antes. Justo cuando "tocaba" la salida armaban un pollo de campeonato, lloraban como cerdos en el matadero y ni siquiera mis intentos insistentes de colocación de chupete de todos los ángulos habidos y por haber, les aliviaba. La siesta? Esa era la mejor parte del día. Siempre que llegaba la hora en la que se suponía que estarían agotados después de generosos biberones y juegos estimulantes, daba la sensación que estaban más activos que nunca. No había manera de que cerraran el ojo! Y para colmo, se ponían de acuerdo en gritar al unísono como si de un canon en Re mayor se tratara. Vamos, que mi croquis mental lo tuve que olvidar muy a mi pesar y tras numerosos intentos fallidos, donde incluso llegó a darme miedo el salir a la calle con mis pequeños!

Llegué a tal fatiga mental que hubiera sido paciente perfecta en una clínica de rehabilitación para madres frustradas. Cómo era posible que dos enanos que ni siquiera tenían dientes dominaran de esa manera mi vida? Cómo era posible que una doña Loplaneotodo no pudiese tenerlo todo bajo control? Ahí estaba el problema. Y creo que muchas mamis que ya han pasado por lo mismo me entenderán cuando digo "Con los bebés no se puede planificar nada, porque lo que hoy es negro mañana puede ser blanco". Así que cogí el diccionario, taché la palabra ritual con rotulador negro y dejé que al día siguiente todo fluyera espontáneamente. Aceptar el día como viniera y no imponer nada. Todavía no. Para eso ya tendría tiempo.

Ese primer día fue uno de los más bonitos que he tenido con mis hijos desde que nacieron.
Se levantaron con cachetes sonrosados, se metieron entre pecho y espalda unos biberones delicatessen, jugaron hasta que se durmieron plácidamente en el balancín sin ni siquiera darme cuenta. Ahí observé que justo cuando empezaban con el "sueño del abuelo" (mini siesta de una media hora a media mañana) era cuando yo antiguamente intentaba por h y por b salir a pasear.
Empecé a unir las piezas del rompecabezas diario y fue entonces cuando caí en la cuenta de por qué lloraban y cuándo lloraban. Realmente sí tenían un ritual, sí que repetían una y otra vez el mismo llanto a la misma hora y el mismo sueño a media mañana. Incluso la siesta la empezarían a echar de manera ininterrumpida pero a horas muy distintas. Pero la echaban!

Parece mentira, pero ese mismo día me di cuenta de lo mucho que estaba aprendiendo de ellos. No volvería nunca más a los mágicos 3 meses en los que "todo cambiaría". Para mi había sido una etapa de aprendizaje en la que no sólo estaba conociendo mejor a mis hijos, sino que además me estaba conociendo mejor a mí misma, en mis limitaciones y resignaciones. Los rituales de los que todos hablan, libros, pediatras,  están ahí y efectivamente son maravillosos cuando se implantan. Pero siempre y cuando se tenga en cuenta que estos rituales no son matemáticos y que siempre habrá que dejar un margen de error para que funcionen. Y por supuesto, nunca olvidar, que los bebés lloran muchas veces porque sencillamente son eso, bebés...



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