domingo, 30 de octubre de 2016

MUJER Y MADRE

Hoy he recibido un mensaje de una antigua compañera de trabajo que está con su marido de viaje sabático por Asia desde agosto. Los dos trabajan y cada "x" años se largan casi con lo puesto y transitan unos cuantos meses por países asiáticos sobre todo. Su marido es un fanático de la fotografía y de la libertad. Hace muchos años tomaron la decisión de no tener hijos y continuar con sus viajes alrededor del mundo siempre y cuando el trabajo se lo permitiera. No he podido evitar desear por unos instantes estar en su lugar. Esas fotos de paisajes paradisiacos, esas gentes con sonrisa casi tatuada y la piel ennegrecida por el sol, esa libertad...la libertad que yo antes tenía.

Quizás una de los momentos más duros en la transformación de una mujer después del parto sea el intentar evitar o al menos minimizar esos deseos fervientes de volver al pasado y querer llevar la vida que se tenía antes de ser madre. Esas salidas espontáneas para quedar con la amiga a tomar algo, sin tener que mirar el reloj y pensar "En media hora les toca la siesta". Ese plan de viaje en el que el principal problema era "Me llevo uno o dos bikinis?", sin tener que hacer un proyecto detallado del sitio que tendremos en la maleta para nosotros y el que invadirán los veinte mil elementos para la supervivencia diaria de los renacuajos. Esas noches de cine y palomitas en las que ni siquiera te planteabas cuánto duraba la película, ni tenías que mirar a cada momento el reloj para controlar que no se te pase la hora del "sacaleches".

En el curso de preparación para el parto nadie te enseña a sobrellevar esa transición de emociones, pues para la sociedad es mucho más importante el que la mujer soporte el proceso natural de alumbramiento de sus churumbeles que el tolerar la nueva situación que le espera tras la llegada de los nuevos seres de la familia. Porque pasas de ser una eterna "adolescente" donde la principal protagonista de tu vida eres tú y nada más que tú, a ser el motor encargado de que unos diminutos seres que no sobreviven sin tu ayuda dependan las 24h al día de ti y de tu paciencia.
Cómo no van a aparecer los fantasmas del pasado en esos momentos en los que preferirías estar dándote un masaje tailandés en Tailandia a preparar biberones por minuto y limpiar cacas por horas?

Que se dice muy insistentemente y ya se ocupan de repetírtelo tus más allegadas "El ser madre es una de las experiencias más bonitas en la vida". Estoy totalmente de acuerdo, pero no debemos olvidar que antes de ser madres fuimos mujeres. Y seguimos siéndolo! Que una persona no puede cambiar de la noche a la mañana. Que los lavados de cerebro sólo existen en las películas de Hollywood y que en esta vida se debe prosperar para mejorar y no para empeorar, siendo los hijos parte de ese enriquecimiento.

Muchas veces tengo la sensación de que en esta sociedad sigue siendo tabú que una mujer se queje por tener hijos. De su crianza y del día a día. Donde no todo es un camino de rosas y en el que los niños no siempre se comportan tan bien como de visita. Personalmente no recuerdo haber oído a mis abuelas o a mi madre lamentarse. De hecho nunca llegué a preguntar sobre detalles. Entonces no me interesaban... Ahora mi madre me responde con cara de "ya estabas tardando en preguntarme...".
Pues sí, señores, ser madre es difícil. Y mucho. Y nos sentimos mejor diciéndolo que ocultándolo encerradas en casa y poniendo cara de aquí-va-todo-sobre-ruedas cuando la gente nos pregunta. Porque al fin y al cabo y, aunque hoy en día la presencia del papi es mucho mayor que hace décadas, estamos solas. Sí, solas ante el peligro. No sólo llevas "el bar abierto 24h" encima, sino que la que literalmente se levanta y se acuesta con la carita del bebé al lado eres tú.

Así que si un día me apetece despotricar de mis pequeños y desear estar tirada en medio de una playa paradisíaca bebiendo mojitos, no me sentiré mal o culpable, o tendré remordimientos. No. Lo haré y con mucho gusto. Aunque después llegue el momento en el que el Fetus 1 te sonría con esa carita inocente y cándida y se te olvide, por un instante, el agotamiento emocional.





miércoles, 26 de octubre de 2016

VACUNA SI, VACUNA NO

Llega ese momento en el que tienes que enseñar las cachillas de tus niños para que con premeditación y alevosía llegue el pediatra de turno y le plante un "pinchacito". Impacta. Y mucho. Porque son tus pequeñajos y piensas "Por Dios, que son muy chicos!". Pero el momento pasa y tú te vas a casa triunfante cuando ves que los enanos van calladitos en el maxi cosi y que tras el bibi de recompensa, echan una siesta de campeonato. Y vuelves a pensar "Pues ya podían vacunarlos cada día cuando esto los tranquiliza de esa manera!". Al momento te sientes culpable por pensar así, pero...qué puedo decir, el cansancio te hace ser maléfica de vez en cuando.

Con los años se te olvida la de veces que fuiste víctima de la cadena de vacunaciones que tocaban cada 3 o 6 meses, las del recuerdo, las de la hepatitis para la carrera e, incluso, aquellas que antiguamente dejaban una marca extremadamente visible en el antebrazo al rayarlas con una pluma. Cuando eres madre, estás totalmente al día. Sabes cuándo tocan, cuántas son, qué efectos secundarios puedes esperar y hasta en qué lado del muslo pincharon a tus hijos cada vez. Lo mejor, las animadas tiritas con dibujitos que intentan disimular la pequeña hinchazón del "aguijonazo".

Actualmente es el debate de moda. Vacuna sí, vacuna no. Surge el movimiento alternativo de padres que consideran que los efectos secundarios de las vacunas se pueden evitar y que se administran más vacunas de las necesarias. El activismo anti-vacunación aumentó ya al final del siglo XIX en Estados Unidos. No es algo nuevo, ni mucho menos. En los inicios del siglo XIX, el movimiento anti-vacunación acogió a miembros de distintos ámbitos de la sociedad. Más recientemente, es un fenómeno predominantemente asociado a las clases medias.  Los argumentos contra las vacunas que se exponen en el siglo XXI son de hecho bastante similares a los que se usaban los anti-vacunacionistas del siglo XIX. Muchas formas de medicina alternativa se basan en filosofías que se oponen a la vacunación y tienen practicantes que desaprueban la misma. Entre ellas están, por ejemplo, la antroposofía, algunos elementos de la comunidad quiropráctica, algunos homeópatas y naturistas.
Por otro lado, se da también el problema de la "sobrevacunación". Se piensa que aplicar varias vacunas a la vez puede sobrecargar o debilitar el sistema inmune. Está probado científicamente que el sistema inmunológico puede responder a miles de virus simultáneamente, por lo que en teoría, el que nuestros pequeños reciban un "paquete de vacunas" de una vez no debería ser un problema.

Entre unas cosas y otras nos encontramos con que se pierde más tiempo en intentar sacarle punta al lápiz que en conseguir que el lápiz escriba bien. Nosotros somos relativamente nuevos en este tema. Hasta ahora mis Fetus han recibido las obligatorias. Hasta ahora hemos tenido suerte y las han tolerado bastante bien. De hecho estaban más receptivos, comunicativos y a ratos, hasta excesivamente tranquilos. Nada de fiebre o malestares. No quiero precipitarme, pero espero que siga siendo así y que cada vez que las cachillas blanquecinas de mis pequeños sean pinchadas por orden médica sigamos teniendo el día tan bonito como las tiritas del post-picotazo.

lunes, 24 de octubre de 2016

O ME ADAPTO O SE ADAPTAN

Parece que hay que aprenderlo todo sobre la marcha. Una cosa es la teoría y otra muy diferente, la práctica. Cuántas veces había dicho para mis adentros de futura mamá inexperta "esto lo haré así y no hay más que hablar; o estoy segura de que si soy consecuente los enanos no se me subirán a la chepa". Por desgracia, no vienen con un libro de instrucciones debajo de su bracito rollizo, ni siquiera te dan opción a poder comparar con bebé 1 o bebé 2, porque cada personita es un mundo y cada mundo tiene veinte mil entradas y salidas. Me resulta mucho más fácil el armar un mueble del Ikea con las cincuentas tuercas y tornillos desperdigados por el suelo que intentar comprender por qué llora un bebé.

Los primeros días después del alta fueron relativamente estables. Gracias a que mi querida familia llegada desde España se apelotonó en casa armándose de escudos y brazos ortopédicos mecedores de renacuajos. Todo era coser y cantar. Mi único objetivo era el de conseguir que dar el pecho no fuera un trauma y que a los dos se les diera tan bien encontrar el pezón como a Hamilton conducir un Mercedes. Y no fue tarea fácil. Tampoco agradable. Al principio duele, y mucho. están tan sensibles y tan a flor de piel que el más mínimo roce, incluso el de las boquitas de abuelo sin dientes de los enanos, te hace soltar un grito al estilo Tarzán. Poco a poco y con ayuda de esos adaptadores anatómicos con forma de pezón de goma, parece que el sistema va funcionando y que incluso, con ayuda de una montaña de cojines varios, resulta hasta factible dar de mamar a los dos a la vez. Todavía eran pequeños y se movían con retortijones de caracol, por lo que daba tiempo a colocar la cabeza del uno en su sitio cuando el otro estaba paralelamente haciendo la cobra bebé.
Y como dos son son más que uno y el estar todo el día enganchada y con la teta fuera estaba muy lejos de ser un objetivo a cumplir los siguientes seis meses, empecé simultáneamente a bombearme la friolera de "cada-dos-horas". Ahí es cuando empiezas a verte de pronto como una vaca lechera y te das cuenta de cuál es realmente tu misión los primeros meses de vida de tus bebés: el bar abierto 24h al día con fines de semana y festivos incluidos. Que sí, que es muy bonito verlos disfrutar con ojitos de cordero degollado tu maravillosa leche materna, eso no lo niego. Aunque muchas veces la magia del momento se desvanece cuando al pequeño bebedor le surge de pronto un pedete o por qué no, uno de esos eructos al estilo Barney de los Simpsons. Siempre te queda la imagen del anuncio ideal con la mamá ideal que amamanta al bebé lustroso ideal, donde con ojitos de amor se miran el uno al otro y ni siquiera la entrada del papá ideal entorpece ese momento. La realidad es otra... Eso sí, no cambio un bibi de polvo por una buena dosis de lechita recién ordeñada. Bueno para ellos, bueno para mí.

Van pasando los días y agradeces el que tus amigos y sobre todo los familiares más cercanos te den un margen de tiempo en el que se supone os estáis adaptando como familia a los bebés y ellos a vosotros. Por supuesto, están los típicos que necesitan fervientemente fotos para creerse que los enanos están a salvo y para hacerte las típicas preguntas: "Los distingues?, Quién es más dormilón? Quién come más?, Quién es quién?". Yo llegué a un punto en el que copiaba y pegaba los mensajes de update para todos aquellos que insistentemente necesitaban saber de su día a día. Es cómodo y rápido. Sólo hay que tener cuidado de poner el nombre del destinatario falso, pero bueno, un fallo lo tiene cualquiera, sino siempre podrás achacárselo al estrés de mamá-puede-con-todo.

Al principio dormían juntitos en una cuna de estas que se acoplan a la cama por un lateral. Eran menuditos y conseguíamos que durmieran paralelos y tapados con la misma manta. A pesar de ser verano los recién nacidos deben taparse continuamente y evitar que pierdan calor corporal. Yo no llegaba a comprenderlo y me daba urticaria al verlos tan ocultos. Siempre me preguntaba Qué haremos entonces en invierno? Momificarlos?... Mi queriden se encargaba de uno y yo del otro. Trabajo en equipo nocturno. Al principio lloraban los dos a la vez y conseguían sacarnos de la cama prácticamente sincronizados. Nos cruzábamos cual zombies por el pasillo con los pequeños haciendo el sonido de un cerdo atacado por un hambre feroz y con cero de paciencia. Con el tiempo me decidí a dar el pecho por las noches de manera que el Fetus que me tocara tendría el lujo de salir directamente de la cama al bar abierto 24h. Conforme iban pasando las semanas, aumentaba la acción en la cuna común, de manera que empezaban entre ellos a darse de patadas y brazadas, haciendo del poco sueño que nos quedaba un martirio para los oídos. Así que decidimos comprar otra cuna para instalarla al otro lado de la cama y así conseguir la atención especializada, alternando el lado cada noche para hacer el "una-noche-teta" y "una-noche-bibi".

Hablo de adaptación, la pregunta es si en algún momento se llega a la adaptación que se quiere. Lo que está claro es que en el momento en el me encuentro ahora, podría decir que yo me he adaptado más a ellos que ellos a mí. Pero como se dice repetidamente en el argot mami-primeriza "todo irá a mejor". Y en eso estamos. Esperando

ASI CAMBIO TODO...


Llegaron antes de lo previsto. Un 23 de Junio me estaban rajando puntualmente después de haber decidido en unas horas si sí o si no. La margarita del comienzo de una nueva vida. Incluso de dos!. Los peques Fetus 1 y Fetus 2 llegaban al mundo un caluroso jueves alemán en el hospital Klinikum en algún lugar del sur. Sus primeros llantos sonaron a gloria (digamos que la única vez que así los definiría...).La pediatra pasó a visitarme antes de la cesárea e hizo hincapié en el supuesto caso de que no llorasen al sacarlos, pues al ser "prematuros de 35 semanas" cabía la posibilidad de que no dijeran ni pio. Que por favor, no nos alarmáramos. Y bien que lloraron. Nada más salir. Primero uno, después el otro. Así empezó todo. Así cambió mi vida...



Había llegado esa época en la que todos tus amigos empezaban a ser padres. Tus amigas se deleitaban con temas de conversación monótonos sobre pañales, horarios de comida y siesta, y los mejores potitos del mercado. Esa época en la que prefieres pasear sola por las calles de la ciudad que te vio crecer a quedar con dos de tus amigas que, como no, venían siempre acompañadas de sus respectivos retoños. Y, naturalmente, te surge la duda: "Estaré preparada para dar el paso? Y si empiezo/empezamos a plantearlo...?". De ahí a estar veinte veces hospitalizada por complicaciones varias en el embarazo pasaron minutos...o así me lo parecieron!.



El averiguar por la primera ecografía que esperábamos gemelos me dejó patidifusa. Vi pasar rápidamente mi vida por delante, como se suele decir cuando te vas a morir. Gemelos? Qué he hecho yo para merecer esto? Aparte de tener en la familia una abuela por parte de madre que tuvo dos veces! mellizos y sobrepasar la treintena...sí, que se ovula mucho menos y hay que tener mucha suerte si quieres a la primera quedarte embarazada. Y claro que no fue a la primera, ni a la segunda, ni a la décima, pero cuando llegó, llegó y cuajó. Vini, vidi, vinci dijo el óvulo al ser fecundado. Pasarían unas semanas hasta que empezara a tener pequeños "achaques" de embarazada. Que si ligeras nauseas antes de desayunar, pasando a hacerlo horas más tarde sentada frente al ordenador en el trabajo, pechos extremadamente sensibles o descoloque hormonal. Nada importante comparado con lo que me quedaba por pasar...



Venían dando guerra y de la buena. En Múnich se les diagnosticó un síndrome de transfusión gemelar en el que parecía que uno de los peques estaba siendo demasiado generoso con su hermano y donaba prácticamente todo lo que le pasaba a su alcance, desde sangre a comida. Vamos que el Fetus 1 se estaba poniendo las botas a Merce de su hermanito. Nos aconsejaron justo a las 21 semanas una operación intrauterina si queríamos que ambos sobrevivieran y en un par de días estaba postrada en la camilla de una sala de operaciones con la barriguita al descubierto y sedación intermedia. Qué puedo decir, lo que me metieron por vena me hizo sentir tan segura de mí misma y tan tranquila que digamos que superé el gran momento operatorio totalmente high. Creo que ahí fue la primera vez, después de saber que estaba embarazada que empecé a pensar como una mami. Una sensación absolutamente nueva para mí. Todo resultó bien. La operación, un éxito. El resultado, la normalidad entre fetos. Los pequeños monstruitos empezaban a desarrollarse como niños normales y yo empezaba a darme cuenta de lo que estaba cambiando mi cuerpo.



Es curioso. No paras de oír hablar de lo maravilloso que es el embarazo, de lo especial que es estar creando y llevando una vida dentro de ti, y de que las molestias propias del estado no son más que algo pasajero y sin importancia cuando piensas la magnitud del fenómeno que se está llevando a cabo en tu cuerpo. Sin embargo, yo estaba harta de ese "estado especial" prácticamente desde el primer momento. No sólo tuve que pasar tan pronto por una operación delicada sino que además, semanas después, les dio por querer darse prisa experimentando también un acortamiento de cuello uterino, que me hizo estar en reposo las últimas seis semanas antes del parto. Vamos, una maravilla de embarazo. Dos veces hospitalizada, manoseada hasta la saciedad y con una barriga que empezaba a tener las dimensiones de una pelota de baloncesto de diámetro kilométrico.

Me costaba respirar, dormía sentada, no podía ni siquiera cocinar o hacer algo ligerito en casa, no podía comer sushi!. Un tiempo lleno de atenciones, deferencias y cuidados que me hicieron ser la protagonista del cuento sin yo quererlo ni disfrutarlo. Tenía ganas de irme, cerrar la puerta de un portazo, gritar que me dejaran en paz y que por favor evitaran decir "hay que tener paciencia...ya te queda menos". Estaba hasta las narices de que me tocaran la barriga y de que pusieran cara de circunstancia cada vez que contaba que iba a tener gemelos. "Uff, eso es mucho trabajo pero...bueno, así te lo quitas de en medio de una vez!". Perdona, te he pedido tu opinión? He dicho en algún momento que deseara tener dos hijos o que el tener uno sea un pecado? Algo malo para la sociedad? Cuidado, el ataque de los hijos únicos. Me sorprende la cantidad de gente que hace comentarios "bienintencionados" cagándola a la primera de cambio y como se ven en su derecho de opinar gratuitamente.



Y como no podía ser de otro modo, tras una de las muuuchas acografías de control preparto, detectaron un nuevo cambio de cantidad de líquido amniótico entre los fetos y nos aconsejaron actuar lo más pronto posible para evitar un posible riesgo en las últimas semanas de gestación. Y así fue como en menos de treinta minutos, estaba decidiendo con mi queriden el actuar al día siguiente y empezar a deshojar la margarita del cesárea si-cesárea no. Te das cuenta cómo las mejores decisiones de tu vida se toman en escasos minutos. Porque si te paras a pensar en las consecuencias, o si supieras realmente lo que te espera, seguro no actuarías tan decididamente. Para nosotros, sobre todo para mí, fue un alivio el pensar "mañana se acaba la odisea del embarazo". Porque eso sí, deseando estaba verle las caritas a esos dos renacuajos que llevaban dominando mi vida desde hacía prácticamente ocho meses...