lunes, 24 de octubre de 2016

ASI CAMBIO TODO...


Llegaron antes de lo previsto. Un 23 de Junio me estaban rajando puntualmente después de haber decidido en unas horas si sí o si no. La margarita del comienzo de una nueva vida. Incluso de dos!. Los peques Fetus 1 y Fetus 2 llegaban al mundo un caluroso jueves alemán en el hospital Klinikum en algún lugar del sur. Sus primeros llantos sonaron a gloria (digamos que la única vez que así los definiría...).La pediatra pasó a visitarme antes de la cesárea e hizo hincapié en el supuesto caso de que no llorasen al sacarlos, pues al ser "prematuros de 35 semanas" cabía la posibilidad de que no dijeran ni pio. Que por favor, no nos alarmáramos. Y bien que lloraron. Nada más salir. Primero uno, después el otro. Así empezó todo. Así cambió mi vida...



Había llegado esa época en la que todos tus amigos empezaban a ser padres. Tus amigas se deleitaban con temas de conversación monótonos sobre pañales, horarios de comida y siesta, y los mejores potitos del mercado. Esa época en la que prefieres pasear sola por las calles de la ciudad que te vio crecer a quedar con dos de tus amigas que, como no, venían siempre acompañadas de sus respectivos retoños. Y, naturalmente, te surge la duda: "Estaré preparada para dar el paso? Y si empiezo/empezamos a plantearlo...?". De ahí a estar veinte veces hospitalizada por complicaciones varias en el embarazo pasaron minutos...o así me lo parecieron!.



El averiguar por la primera ecografía que esperábamos gemelos me dejó patidifusa. Vi pasar rápidamente mi vida por delante, como se suele decir cuando te vas a morir. Gemelos? Qué he hecho yo para merecer esto? Aparte de tener en la familia una abuela por parte de madre que tuvo dos veces! mellizos y sobrepasar la treintena...sí, que se ovula mucho menos y hay que tener mucha suerte si quieres a la primera quedarte embarazada. Y claro que no fue a la primera, ni a la segunda, ni a la décima, pero cuando llegó, llegó y cuajó. Vini, vidi, vinci dijo el óvulo al ser fecundado. Pasarían unas semanas hasta que empezara a tener pequeños "achaques" de embarazada. Que si ligeras nauseas antes de desayunar, pasando a hacerlo horas más tarde sentada frente al ordenador en el trabajo, pechos extremadamente sensibles o descoloque hormonal. Nada importante comparado con lo que me quedaba por pasar...



Venían dando guerra y de la buena. En Múnich se les diagnosticó un síndrome de transfusión gemelar en el que parecía que uno de los peques estaba siendo demasiado generoso con su hermano y donaba prácticamente todo lo que le pasaba a su alcance, desde sangre a comida. Vamos que el Fetus 1 se estaba poniendo las botas a Merce de su hermanito. Nos aconsejaron justo a las 21 semanas una operación intrauterina si queríamos que ambos sobrevivieran y en un par de días estaba postrada en la camilla de una sala de operaciones con la barriguita al descubierto y sedación intermedia. Qué puedo decir, lo que me metieron por vena me hizo sentir tan segura de mí misma y tan tranquila que digamos que superé el gran momento operatorio totalmente high. Creo que ahí fue la primera vez, después de saber que estaba embarazada que empecé a pensar como una mami. Una sensación absolutamente nueva para mí. Todo resultó bien. La operación, un éxito. El resultado, la normalidad entre fetos. Los pequeños monstruitos empezaban a desarrollarse como niños normales y yo empezaba a darme cuenta de lo que estaba cambiando mi cuerpo.



Es curioso. No paras de oír hablar de lo maravilloso que es el embarazo, de lo especial que es estar creando y llevando una vida dentro de ti, y de que las molestias propias del estado no son más que algo pasajero y sin importancia cuando piensas la magnitud del fenómeno que se está llevando a cabo en tu cuerpo. Sin embargo, yo estaba harta de ese "estado especial" prácticamente desde el primer momento. No sólo tuve que pasar tan pronto por una operación delicada sino que además, semanas después, les dio por querer darse prisa experimentando también un acortamiento de cuello uterino, que me hizo estar en reposo las últimas seis semanas antes del parto. Vamos, una maravilla de embarazo. Dos veces hospitalizada, manoseada hasta la saciedad y con una barriga que empezaba a tener las dimensiones de una pelota de baloncesto de diámetro kilométrico.

Me costaba respirar, dormía sentada, no podía ni siquiera cocinar o hacer algo ligerito en casa, no podía comer sushi!. Un tiempo lleno de atenciones, deferencias y cuidados que me hicieron ser la protagonista del cuento sin yo quererlo ni disfrutarlo. Tenía ganas de irme, cerrar la puerta de un portazo, gritar que me dejaran en paz y que por favor evitaran decir "hay que tener paciencia...ya te queda menos". Estaba hasta las narices de que me tocaran la barriga y de que pusieran cara de circunstancia cada vez que contaba que iba a tener gemelos. "Uff, eso es mucho trabajo pero...bueno, así te lo quitas de en medio de una vez!". Perdona, te he pedido tu opinión? He dicho en algún momento que deseara tener dos hijos o que el tener uno sea un pecado? Algo malo para la sociedad? Cuidado, el ataque de los hijos únicos. Me sorprende la cantidad de gente que hace comentarios "bienintencionados" cagándola a la primera de cambio y como se ven en su derecho de opinar gratuitamente.



Y como no podía ser de otro modo, tras una de las muuuchas acografías de control preparto, detectaron un nuevo cambio de cantidad de líquido amniótico entre los fetos y nos aconsejaron actuar lo más pronto posible para evitar un posible riesgo en las últimas semanas de gestación. Y así fue como en menos de treinta minutos, estaba decidiendo con mi queriden el actuar al día siguiente y empezar a deshojar la margarita del cesárea si-cesárea no. Te das cuenta cómo las mejores decisiones de tu vida se toman en escasos minutos. Porque si te paras a pensar en las consecuencias, o si supieras realmente lo que te espera, seguro no actuarías tan decididamente. Para nosotros, sobre todo para mí, fue un alivio el pensar "mañana se acaba la odisea del embarazo". Porque eso sí, deseando estaba verle las caritas a esos dos renacuajos que llevaban dominando mi vida desde hacía prácticamente ocho meses...

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