lunes, 24 de octubre de 2016

O ME ADAPTO O SE ADAPTAN

Parece que hay que aprenderlo todo sobre la marcha. Una cosa es la teoría y otra muy diferente, la práctica. Cuántas veces había dicho para mis adentros de futura mamá inexperta "esto lo haré así y no hay más que hablar; o estoy segura de que si soy consecuente los enanos no se me subirán a la chepa". Por desgracia, no vienen con un libro de instrucciones debajo de su bracito rollizo, ni siquiera te dan opción a poder comparar con bebé 1 o bebé 2, porque cada personita es un mundo y cada mundo tiene veinte mil entradas y salidas. Me resulta mucho más fácil el armar un mueble del Ikea con las cincuentas tuercas y tornillos desperdigados por el suelo que intentar comprender por qué llora un bebé.

Los primeros días después del alta fueron relativamente estables. Gracias a que mi querida familia llegada desde España se apelotonó en casa armándose de escudos y brazos ortopédicos mecedores de renacuajos. Todo era coser y cantar. Mi único objetivo era el de conseguir que dar el pecho no fuera un trauma y que a los dos se les diera tan bien encontrar el pezón como a Hamilton conducir un Mercedes. Y no fue tarea fácil. Tampoco agradable. Al principio duele, y mucho. están tan sensibles y tan a flor de piel que el más mínimo roce, incluso el de las boquitas de abuelo sin dientes de los enanos, te hace soltar un grito al estilo Tarzán. Poco a poco y con ayuda de esos adaptadores anatómicos con forma de pezón de goma, parece que el sistema va funcionando y que incluso, con ayuda de una montaña de cojines varios, resulta hasta factible dar de mamar a los dos a la vez. Todavía eran pequeños y se movían con retortijones de caracol, por lo que daba tiempo a colocar la cabeza del uno en su sitio cuando el otro estaba paralelamente haciendo la cobra bebé.
Y como dos son son más que uno y el estar todo el día enganchada y con la teta fuera estaba muy lejos de ser un objetivo a cumplir los siguientes seis meses, empecé simultáneamente a bombearme la friolera de "cada-dos-horas". Ahí es cuando empiezas a verte de pronto como una vaca lechera y te das cuenta de cuál es realmente tu misión los primeros meses de vida de tus bebés: el bar abierto 24h al día con fines de semana y festivos incluidos. Que sí, que es muy bonito verlos disfrutar con ojitos de cordero degollado tu maravillosa leche materna, eso no lo niego. Aunque muchas veces la magia del momento se desvanece cuando al pequeño bebedor le surge de pronto un pedete o por qué no, uno de esos eructos al estilo Barney de los Simpsons. Siempre te queda la imagen del anuncio ideal con la mamá ideal que amamanta al bebé lustroso ideal, donde con ojitos de amor se miran el uno al otro y ni siquiera la entrada del papá ideal entorpece ese momento. La realidad es otra... Eso sí, no cambio un bibi de polvo por una buena dosis de lechita recién ordeñada. Bueno para ellos, bueno para mí.

Van pasando los días y agradeces el que tus amigos y sobre todo los familiares más cercanos te den un margen de tiempo en el que se supone os estáis adaptando como familia a los bebés y ellos a vosotros. Por supuesto, están los típicos que necesitan fervientemente fotos para creerse que los enanos están a salvo y para hacerte las típicas preguntas: "Los distingues?, Quién es más dormilón? Quién come más?, Quién es quién?". Yo llegué a un punto en el que copiaba y pegaba los mensajes de update para todos aquellos que insistentemente necesitaban saber de su día a día. Es cómodo y rápido. Sólo hay que tener cuidado de poner el nombre del destinatario falso, pero bueno, un fallo lo tiene cualquiera, sino siempre podrás achacárselo al estrés de mamá-puede-con-todo.

Al principio dormían juntitos en una cuna de estas que se acoplan a la cama por un lateral. Eran menuditos y conseguíamos que durmieran paralelos y tapados con la misma manta. A pesar de ser verano los recién nacidos deben taparse continuamente y evitar que pierdan calor corporal. Yo no llegaba a comprenderlo y me daba urticaria al verlos tan ocultos. Siempre me preguntaba Qué haremos entonces en invierno? Momificarlos?... Mi queriden se encargaba de uno y yo del otro. Trabajo en equipo nocturno. Al principio lloraban los dos a la vez y conseguían sacarnos de la cama prácticamente sincronizados. Nos cruzábamos cual zombies por el pasillo con los pequeños haciendo el sonido de un cerdo atacado por un hambre feroz y con cero de paciencia. Con el tiempo me decidí a dar el pecho por las noches de manera que el Fetus que me tocara tendría el lujo de salir directamente de la cama al bar abierto 24h. Conforme iban pasando las semanas, aumentaba la acción en la cuna común, de manera que empezaban entre ellos a darse de patadas y brazadas, haciendo del poco sueño que nos quedaba un martirio para los oídos. Así que decidimos comprar otra cuna para instalarla al otro lado de la cama y así conseguir la atención especializada, alternando el lado cada noche para hacer el "una-noche-teta" y "una-noche-bibi".

Hablo de adaptación, la pregunta es si en algún momento se llega a la adaptación que se quiere. Lo que está claro es que en el momento en el me encuentro ahora, podría decir que yo me he adaptado más a ellos que ellos a mí. Pero como se dice repetidamente en el argot mami-primeriza "todo irá a mejor". Y en eso estamos. Esperando

No hay comentarios:

Publicar un comentario