jueves, 17 de noviembre de 2016

MAMÁ DE GEMELOS

Cabía la posibilidad de que la madre natura decidiera que yo heredara el doble pack de mi abuela materna si llegaba a embarazarme. Mi abuela tuvo dos veces mellizos, unos detrás de otros, por desgracia fallecieron después de su nacimiento. Era la guerra civil en España y parece ser que llegaron al mundo antes de tiempo y en casa. En aquella época no tenían los adelantos de los que por suerte hoy en día gozamos y que salvan cada día tantas vidas.
Y así fue, dos de golpe. Y gemelos!. La sorpresa nos la dio mi ginecóloga cuando en el segundo control con ecografía me preguntó no sólo si veía "aquí", sino también si veía "allí". Mi vida pasó por delante de mis narices en milésimas de segundo. Pero cómo se suponía que debía sentirme?

Pues he de confesar que me sentí mal, incómoda y a la vez con unas ganas inmensas de gritar: Por qué a mí?". Pero qué había hecho yo para merecer esto?. Como si de una película de Almodóvar se tratara, me concentré por unos segundos en la sonrisa bobalicona de mi ginecóloga y en el carmín rosa de sus labios, como si esa imagen me hiciera evadirme por un momento de la noticia bomba.
Yo, mujer independiente, autosuficiente, que siempre había deseado no le tocara el bebé de turno en el asiento de al lado en el avión, que acariciaba antes a un perro que hacerle carantoñas al peque de su amiga. Que incluso se había imaginado la vida sin hijos en el caso que así lo decidiera el destino... De pronto embarazada y de gemelos!


En mi corta vida de madre me han preguntado ya cientos de veces qué ventajas e inconvenientes tiene el tener gemelos. Como si a las madres unichurumbeles se les pasara por la cabeza en algún momento en qué les beneficia o perjudica el tener un hijo y sólo uno... Yo he de decir que no es uno de mis temas favoritos, ni me he parado a pensar en ello, ni he tenido tiempo. Pero sí que es verdad que alguna vez te planteas comparar tu situación con la de otras madres.
La pregunta estrella es "Y puedes distinguirlos?". Pues mire usted, sí, cada día y en cada momento. Será que los he parido y eso me da poderes especiales para deslindar renacuajos. Que vale que se vayan pareciendo cada vez más, que los gestos sean similares o que el llanto se asemeje en ocasiones. Pero para una madre de gemelos siempre habrá millones de diferencias que hagan despuntar un bebé del otro.

Por supuesto que hay ventajas, aunque no lo parezca cuando en una sincronización casi matemática te hacen la vida prácticamente imposible las primeras semanas de vida. Siempre se dice "De forma imperecedera se tienen el uno al otro". Eso es cierto. Pero también es verdad que los primeros meses no se dan la más mínima cuenta de la presencia del otro, vamos que pasan totalmente. Miran en diferentes direcciones y hacen como que están solos. Nosotros estamos todavía en ese punto, aunque de vez en cuando vamos viendo detalles en los que pensamos "Oye, pues parece que se están percatando poco a poco".
Indirectamente se motivan el uno al otro. En la alfombra de juegos, donde al ponerlos boca abajo, alzan la cabeza como pequeñas tortugas y emiten sonidos de esfuerzo sobrehumano como marines en campo de entrenamiento.
No te da tiempo a mimar a uno más que al otro. Digamos que no hay un favorito, ni uno que reciba más o menos que el otro, pues lo que a una le falta al otro le sobra. Se complementan en diferentes aspectos y eso hace de los retos diarios toda una aventura cotidiana.
De alguna manera "hablan" entre ellos. A pesar de que aún no se perciben como hermanos, el simple hecho de escuchar sonidos similares a los suyos hace del diálogo de balbuceos una plática sobradamente interesante.
Se aprovecha todo. Sobre todo en lo que a alimentación se refiere. Lo que uno no quiere, el otro lo apura.

Por otro lado están las desventajas de criar a dos a la vez. Y no por un problema de organización y logística (si se quiere, se puede), sino más bien por todo lo contrario. Porque al principio tú no eres la que decides, sino ellos, y el haber planeado a la perfección una actividad ordinaria, te puede resultar una auténtica angustia cuando ves cómo te lo tiran por la borda a la primera de cambio. Por ejemplo, el querer salir a dar un paseo después de una merecida siesta. Cuando lo tienes todo preparado y de pronto, como llegado de la nada, aparece el Fetus 1 con un hambre feroz y conforme empiezas a preparar el primer biberón, se acopla cual canon musical el Fetus 2 con la misma idea de gazuza canina. No has empezado con uno cuando tienes que comenzar con el otro. Y al garete con tu idea de paseo de mediodía!.
El pensar siempre doble. Doble para reservar Maxi cosi en el coche de alquiler, doble a la hora de pedir sillitas para comer en restaurantes, doble para el registro en una futura guardería, doble en la reserva de vuelo para ver a la familia en España...Doble, doble.
Imagino, aunque todavía no hemos llegado a esa fase, doble control en el momento en el que comienzan a gatear y posterior o directamente a andar. Con un ojo mirando a Roma y otro a Varsovia. Eso seguro que dará para otro capítulo más adelante...
Y por supuesto, el contestar una y otra vez las mismas preguntas memas que hacen de tener gemelos un suplicio: "Quién es más malote, quién come mejor, quién es más tranquilo, son gemelos o mellizos, quién tiene más paciencia, los vistes iguales, y si no lo haces, por qué?, podéis diferenciarlos?". Y así el cuestionario de la desconocida por la calle, que curiosamente, suele ser mujer hembra de 70 años para arriba, que casualmente siempre conoce a ha conocido a alguien con gemelos/mellizos.

Recientemente me crucé en una exposición de barcos antiguos en el puerto a una pareja de alemanes que se pararon un par de minutos con nosotros al ver a los peques e iniciaron un small talk muy interesante. La mujer era madre también de gemelos, los cuales superaban la treintena en la actualidad. Me comentó que hacía años no era tan común cruzarte con parejitas de bebés como ahora, y que ella llegó incluso a colgar un cartelito en el carro de sus hijos especificando el sexo, la edad y que habían sido engendrados de forma natural. Esto me resultó gracioso. Llegó a un punto en el que estaba harta de contestar siempre a las mismas preguntas y así decidió cortar por lo sano. Cada uno había tirado por diferentes caminos en la vida, estudiando carreras totalmente distintas y viviendo experiencias dispares. También me dijo que aún hoy, después de tantos años, sus hijos seguían manteniendo un contacto telefónico prácticamente diario, a pesar de vivir a cientos de kilómetros de distancia.
Eso me gustó. Me hizo esbozar una sonrisa que aún hoy saboreo cada vez que recuerdo su historia.

Es bonito el pensar que siempre se van a tener el uno al otro. Y cuando yo no esté aquí...me tranquiliza


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